martes, 5 de julio de 2011

Nunca estás a la altura (Cuento al estilo de Borges)



Aún recuerdo el día que recibí la notificación médica: el diagnóstico estaba escrito en una lengua antigua que no comprendía, en símbolos a los que califican de cuneiformes. Sólo entendí la firma del Dr. Wozniaki. El documento venía matasellado con fecha de una semana antes, el mismo día en que fui llevado a su consulta.

Me senté junto al placard, justo cuando timbraron la puerta. Era Pierre Menard, el viejo librero con quien tantas tardes compartía la soledad de mi estancia.

—Traigo una novedad desconcertante
Le miré de forma inquisitiva. Portaba un paquete frívolo entre sus brazos. Le invité a mantener una conversación alrededor de mi mesa de estudio. Allí, con un inusual acaloramiento, me habló atropelladamente de los sofistas, de Locke y de teorías políticas que yo ignoraba. Solícito, le preparé un coñac con hielo como él gustaba.
—Olvidemos las disquisiciones y hablemos del paquete
Pierre se secó nervioso la frente con el delicado pañuelo florentino que acostumbraba a llevar en el bolsillo de la chaqueta. Desveló el misterio abriendo el paquete, mirándome.
—Es el Evangelio de Judas. Se lo he comprado al embajador del recién creado estado de Israel, Krastowsky. Él me lo ha contado todo. Judas traicionó a Jesús para ser así castigado y sacrificarse por nosotros. Fue un acto de amor y nunca se ha dicho.
Era conocida por mí, la irrefrenable carrera que habría emprendido Pierre Menard desde años atrás hacia la locura. Algo de lo que yo era culpable en cierta medida al haberle invitado a las conversaciones que mantenía con algunos íntimos amigos en la sala de la Biblioteca Nacional. Esto, y la mucha lectura desordenada y un carácter fácilmente impresionable habían malogrado a Pierre.
Me despedí de él poco tiempo después.
Recostado en la butaca intenté atraer al sueño. El misterioso diagnóstico médico y la visita acalorada de Pierre me impedían dormir. La idea de permanecer en vela de forma ociosa durante la noche me apenaba, dado mi natural inclinación a la laboriosidad. Me dispuse pues, a ojear algunos libros de los que me había hablado Pierre que recordaba tener en algún lugar de mi amplia biblioteca.
Cuando estaba elevado en un viejo taburete, presente que me otorgó mi madre en alguna celebración onomástica, caí de forma vergonzosa con mi desobediente cuerpo hacia atrás, con la mala fortuna de golpearme la cabeza con el saliente de la ventana que daba al zaguán.
Quedé aturdido y tuve visiones espantosas, vislumbré un compendio de laberintos y espejos que me duplicaban infinitamente, riéndose de mi desgracia.


Cuando desperté me encontraba frente al Dr.Wozniaki. Unas paredes de piedra y una puerta enrejada delataban mi estado.
El Dr. Wozniaki se dirigió a mí con una seguridad impostada:
—Era inevitable que tu caótico devenir te condujera aquí. Y ahora existe una ardorosa razón. Ayer asesinaste de forma vil a Pierre Menard.
Me revolví iracundo ante esa cruel mentira pero el Dr.Wozniaki me tiró a la cabeza el libro que portaba entre las manos. Estuve a punto de desmayarme del impacto pero acerté a ver el título de aquella obra. "Vindicación del Evangelio según San Judas. Las apostasías actualizadas". El libro quedó abierto por la última página. Allí se encontraba pegado un folio con el informe médico que recibí el día anterior: mi nombre había sido borrado. Los símbolos cirílicos presentaban ahora una legible escritura romana. Donde decía diagnóstico, escrito en caracteres que imitaban letra antigua se añadieron estas palabras: División del yo. Crueldad infinita. Insomnio. Amnesia selectiva.
Me creí un monstruo. Creo recordar que intenté matar al doctor, pero guardias uniformados me maniataron.


Debió de ser a partir de aquello cuando me enviaron a este lugar donde un espejo intenta hacerme recordar quién soy. Si mi nombre es Jorge Luis y si mi apellido es Borges. Si estoy condenado a inventar historias que me interpreten o si soy yo el intérprete de estas historias. O qué cojones está pasando aquí. Hostias putas ya.

2 comentarios:

  1. Qué chispa, has ido uniendo cuentos...jajaja y lo de hostias putas...me ha hecho gracia, si Borges levantase la cabeza!

    ResponderEliminar
  2. Hola sara, había contestado a este comentario pero no sé por qué no ha salido. Sí, era un intento de homenaje y mofa, es que acabé de Borges que me salía por las orejas :))

    ResponderEliminar