jueves, 1 de julio de 2010

Lecturalia

Ayer fui a coger libros a una biblioteca. Últimamente me había estado comprando libros, dada mi boyante nueva situación económica, donde nado en la abundancia y compro primeras marcas alimentarias y consuetudinarias.

Pero me he dado cuenta de que me gusta más leer los libros que cojo de la biblioteca que los que me compro nuevos y relucientes. No sé, por qué. Tendrá como más encanto un libro manoseado y con manchas de chocolate y pelos entre las páginas y tickets olvidados de la compra en el carreful.

Me cogí dos exactamente; andaba algo cansado de la ficción y quería tirar por lo ensayístico, prosaico, exacto y divagador; así que me dirigí derecho a la estantería de la E, de Ensayo, según el CUE. Seguían estando casi los mismos libros que años atrás había observado en aquel mismo lugar. Eché un vistazo rápido por si encontraba algo de Anagrama, de los de cubierta negra, suelen ser buenos y yo me fío de tito Herralde. Vi uno de Amélie Nothomb. "Biografía del hambre". Es una escritora joven? francesa, con toques de Amelie Poulan, cosmopolita, sensible, sutil y connotativa.




También cogíme "Confesiones de un lector" de Juan Carlos Onetti. Para compensar. Un libro vital, joven y fresco, con otro depresivo, triste y con olor a sábana sudada y a tabaco negro.

Me fui al gimnasio y sentéme elegantemente en una bicicleta estática, con una botella de agua insípida e incolora en una mano y reposé el libro de Amélie Nothomb sobre la pantalla de la bicicleta, que tenía un pequeño reposadero, creo yo que espacialmente pensado para ciclistas lectores potomaníacos y dispusíme a leer semejante artefacto literario, con placer, delectación y alevosía. Pasó media hora y yo allí seguía pasando páginas, entregado a la infancia de una mujer fascinante y una prosa suave y sugerente. Luego seguí leyendo pero esta vez en una bicicleta en la que tenías que pedalear hacia delante, no sé si tiene un nombre específico esta máquina, es una bicicleta pero más cómoda, para leer a Balzac, digamos. Acabado este ejercicio mental e intelectual respectivo, fuime.

Fue un gran día, divertido y lleno de emociones fuertes. De los mejores que he vivido. Espero que no se vuelva a repetir.