sábado, 17 de septiembre de 2011

Sinsabores

El entierro del Conde de Orgaz, de El Greco, sito en Toledo


La cabeza vuelve a tambalearse. Nuevos caminos invertidos surgen en la noche. Los referentes pasados se han transformado en líricas comuniones actuales. Sangro. La bicicleta me contempla, sucia y altiva, como una mujer arpía. El desorden crece, cuando arreglas una porción del terreno, surge una nueva vía de agua que te hace trabajar el doble, con la mitad de entusiasmo; ora cansado, ora tumbado en el suelo. Los hielos del vaso se deshacen tan lentos que me dan asco. Hablar no es fácil. Recuerdo el día en que me dio la mano un hombre muy pobre, muy pobre, y yo, amistoso pero infeliz y cínico, me lavé esa mano cuando llegué a casa, despegado, moribundo ya. Hace calor, los sobacos me duelen, la mirada la tengo polvorienta y el caminar errático. No es así.