viernes, 2 de noviembre de 2012

Salamanca


Salamanca ya no está, se ha caído. Estoy un poco triste por ello, pero no demasiado. Ahora cuando paseo por las calles me siento más acompañado, sin gente, en el vacío. Salamanca se ha movido de sitio, ahora esto es un solar, con matojos y piedras grandes en las que me siento a comer un bocadillo y a mirarme los pies. Ya no te veo ni veo a nadie, solo a mí mismo andando y tumbándome en la carretera. Se me hace corta la noche aunque oigo el aullido de los lobos y siento las cosquillas de las hormigas en los brazos. Ahora ya no hay nadie en Salamanca. 
Te quiero.

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