miércoles, 23 de febrero de 2011

Me acuerdo

Me acuerdo de la primera película que vi en un cine: Cariño, he encogido a los niños.

Me acuerdo de muchos sueños en los que encuentro monedas entre la arena.

Me acuerdo del profesor de 3º de EGB, Don Juan, que escogía entre nosotros a un encargado de ir a la fuente del patio del colegio para llenarle el vaso de agua. Alguna vez fui el elegido.

Me acuerdo de intentar hacer pan en casa y de que aquello no había quién lo comiera.

Me acuerdo del gol de Mijatovic contra la Juventus en la final de la copa de Europa. Me acuerdo de la frase del comentarista: "¡Ha marcado el Madrid, ha marcado Mijatoviiiic!" y del portero Bodo Illgner con los brazos en alto.



Me acuerdo cuando camino de la guardería, mi padre se encontró una pelota pequeña de goma, y que la guardamos en el tronco de un árbol. Fue un momento increíble, el salir de la guardería, por la tarde, y ver que la pelota seguía allí, escondida.

Me acuerdo de mi primera experiencia sexual, con una mujer mayor que era enfermera. Me acuerdo de que apenas me empalmé y de que no me gustó demasiado.

Me acuerdo de que los niños más gordos de clase jugaban al baloncesto y el resto jugábamos al fútbol.

Me acuerdo de las uñas de Gail Devers, corredora norteamericana especialista en pruebas de velocidad.



Me acuerdo de que los más sabían de la vida de entre mis amigos, decían que si los skins llevaban la cazadora del revés (las bombers), enseñando un forro naranja, es que querían pelea.

Me acuerdo de que no hice la Confirmación.

Me acuerdo de cuando me ponía el pantalón de chándal debajo de los vaqueros para parecer que tenía las piernas más gordas.

Me acuerdo del primer día de colegio; a los del D nos pusieron una cartelito naranja con nuestro nombre. Me acuerdo de que unos niños mayores se burlaron de mí diciéndome que si era primo de Marta Sánchez, debido a mi apellido.



Me acuerdo de aquellas mañanas extrañas en que mi madre me llevaba en un taxi al dentista y me perdía colegio. No me gustaban mucho y menos, el sabor del flúor.

Me acuerdo de las tardes en el hostal de mi abuela viendo Hablando se entiende la basca, esperando a que llegara mi madre. A ese programa iban chicos y chicas molones que decían palabras nuevas para mí, como "a tope", "enrollarse", "comerse el coco" o "pasar de todo".

Me acuerdo de la canción Judas, el miserable, que tarareé algún día de camino al colegio.



Me acuerdo de un sábado con mis amigos cerca del colegio y que uno dijo que venían unos skins hacia nosotros. Recuerdo que empezamos a correr como almas en pena y que yo me refugié en un Día durante media hora. Aquellas anécdotas daban para horas de conversación durante la semana.

Me acuerdo de que, en el colegio, todos queríamos bajar a enfermería a acompañar al que estuviera enfermo.

Me acuerdo de la cuchara de lentejas que, simulando una avioneta, se acercaba hacia mi boca.

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