domingo, 5 de diciembre de 2010

Film Socialiste

Sólo te falta ponerte estos calcetines de color marrón y calzarte las zapatillas para estar preparado. Ya está. Bueno no, estos no, mejor te pones los calcetines negros de deporte, de tobillo bajo, son más asépticos, más neutrales, como más veintiochoañeros; te sientas de nuevo en la cama y te los cambias rápidamente; pero al ver el par de calcetines color caca tirados en el suelo te das cuenta del desliz; mejor los marrones, "a la contra hasta vencer", mejor lo no-guay, lo viejo, lo manchado, lo que hace daño. El resto de la ropa está bien, todo correcto, sin tiranteces, fluir, que no rasque. Vas al baño. El cepillo y la pasta, rápido. Tienes que enjuagarte la boca. Ten cuidado de no tragarte nada del agua; ay, un movimiento gutural y todo está perdido; podrías devolver. No, sería excesivo. De momento todo bien. Cierras la puerta del cuarto. Las llaves y a la calle. Al pasar por el pasillo los vuelves a ver. Mejor los negros. Zapatillas fuera y cambio de calcetines. Sí, así mejor, ya no rasca como antes. ¿A dónde te conducirá esto?, ¿Te sirve de algo? Sales a la calle. El coche está en el sitio convenido, en el sitio bueno. Después de tres cambios el cerebro te sonrió. Llevas puesta la bufanda, es importante que no te la quites, aun en el coche, aun con la calefacción puesta. Se echaría todo a perder y no deseas eso. Metes primera y luego segunda y luego tercera y viceversa. Piensas en las acciones a seguir, en los diálogos, en tus pequeñas victorias. Te vas manteniendo bien por el carril derecho, sin salirte de él, no tienes que pisar las líneas o al menos creer que no las pisas, que luego ya sabes. Te dices que hoy va a ser un buen día, al menos un día normal, un día medio, un día, no un día malo, un día que no sea un no-día. En la radio está sintonizada Radio 3, te gusta pero no sirve, lo cambias a una emisora en que comenten las noticias de economía y política. Eso está mejor. De reojo ves, caída en la alfombrilla del coche, el papelito con las anotaciones secretas, con un gesto desquiciado te agachas rápidamente a cogerlo. Te enderezas y un coche de color manzana ácida se abalanza contra ti. Das un volantazo obsesivo-compulsivo y te encuentras de nuevo con la calzada despejada. No hay nada a tu alrededor.

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